domingo, mayo 21, 2006

Victor o Victoria



Deliciosa comedia musical sobre la confusión de géneros con un solvente, brillante e inteligente guión y un excelente trabajo coral.

Curioso que en el mismo año de producción (1982), coincidiese con Tootsie de Sidney Pollack. Dos comedias con mismo pretexto argumental, aunque si en Tootsie es un hombre el que se traviste de mujer para poder trabajar, aquí es una mujer la que aparenta ser un hombre.

Con claros referentes como Cabaret y con Faldas y a lo loco, aunque no las supera, se nos presenta como una digna sucesora y/o complementaria.

De Cabaret toma similar contexto aunque cambiando Berlín por París. El mismo ambiente de entreguerras, el entorno del cabaret, etc...
De Con faldas y a lo loco, el tono de comedia de enredos con personajes travestidos. Y con mensaje.

Asimismo, si bien es un perfecto vehiculo de lucimiento para la actriz protagonista (Julie Andrews), brindado por su director y entonces esposo, todos los actores están excelentes aunque sienta predilección por la actriz Lesley Anne Warren.
Como buena actriz de reparto roba escenas aporta al film unas de las escenas más divertidas y memorables del film. Así, consigue sentar su presencia en el film y eclipsar a quienes comparten plano con ella. Cuando en un punto de la trama el personaje desaparece para volver mucho tiempo después, se celebra su retorno a escena y se agradece que el director no haya desaprovechado este personaje bombón, ofreciéndonos más minutos del personaje.

Como detalle anecdótico, su número musical remite a los que posteriormentes hemos visto a Madonna en sus giras.
Por fortuna si queremos recuerpar a esta actriz, actualmente la podemos ver como madre de Susan en Mujeres Desesperadas

En lo que se refiere a la escritura podemos considerar que estamos ante un divertido, brillante y lúcido guión, con varios diálogos dignos de recordar. En contrapartida, peca de un excesivo slapstick que irremesiblemente nos recuerda al cine de Blake Edwards trayéndonos a la memoria películas como El guateque o La pantera Rosa.
La acumulación de este tipo de situaciones provoca que algunas sean innecesarias, otras sean simplonas pero efectivas, y algunas más, en cambio, provocan la complicidad del espectador.
No obstante, no entorpecen la trama si las asumes como una seña de identidad, como una muestra de estilo.

En el apartado visual, me quedo particularmente con dos escenas maravillosamente ejecutadas.
Una sería el plano secuencia, (haciendo un brillante uso de la profundidad de campo), en la que vemos al guardaespaldas (James Garner) colándose en la habitación del hotel donde se aloja el personaje de Julie Andrews.
Un plano secuencia que se me antoja muy hitchcockiano, aunque no sé hasta que punto el director tenía en mente a Hitchcock a modo de homenaje.


La otra sería también otro plano secuencia en el que vemos dos acciones paralelas simultáneas: El personaje de Lesley Ann Warren subida en el tren y atravesando todo el tren a través de sus vagones mientras que el guardaespaldas va caminando en el andén hacia la misma dirección.

Y ya por último, en el apartado extracinematográfico conviene destacar el mensaje de tolerancia y respeto hacia la comunidad gay en una época donde, de forma generalizada, estaban tachados de perversos y degenerados. No olvidemos que fue una época en la que el SIDA estaba considerado más un castigo moral que una enfermedad.
En ese contexto se agradece que se realizase una producción como la presente, que a buen seguro, debió suponer un soplo de aire fresco

En definitiva, hablamos de una entretenida comedia musical, (con una excelente banda sonora del inolvidable Henry Mancini, la cual ganó el oscar), que no se agota y siempre apetece revisarla, dada la vigencia de su mensaje y el ritmo cómico bien conseguido.
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