lunes, marzo 02, 2009

Un perro andaluz



Un perro andaluz (Un chien andalou, Luis Buñuel, 1929) se ha convertido en la película más famosa de lo que supuso la entrada del Surrealismo en el cine. El Surrealismo, una de las grandes vanguardias de principios del siglo XX, no se presenta como una nueva propuesta artística sino como un medio de liberación. Escindido en sus orígenes del movimiento Dadà, conservará el mismo espíritu revolucionario atacando el orden lógico (compartido también por el expresionismo), el orden estético (atacando el criterio burgués) y el orden moral rechazando la sociedad burguersa con sus principios y valores.

Para ello entenderán que el cine debe regirse bajo el estricto automatismo psíquico destruyendo los principios básicos sobre los que se asienta la narratividad. No obstante, su propuesta cinematográfica dista del Dadà, en el sentido que ellos articulan una mínima ordenación del caos.

Tendrá una influencia capital en la traslación al cine de los principios surrealistas la obra de Freud y la psicología psicoanalista. A partir de Freud, Buñuel y Dalí construyen el film con la idea de que ninguna imagen del film provoque ninguna explicación lógica. Por lo que la fisonomía del film se sustenta bajo imágenes y situaciones prescindidendo de nexos argumentales clásicos. A diferencia de El gabinete del doctor Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari, Robert Wiene, 1920) donde se tendía a la abstracción a través de la deformidad de la realidad y la estilización, aquí, se tiende a la irracionalidad quebrando la verosimilitud de la narración. En el film se manejan dos principios como son la muerte y la sexualidad, Eros y Tánatos, y sobre ellos no se construye un universo compacto y coherente, sino que se pretende aludir a la impresión, al impacto de la imagen y al subconsciente.

Mientras que el dadaismo es rebelión mediante la negación absoluta y el expresionismo es deformación para expresar la subjetividad, el surrealismo busca la libertad pero fundamentando una doctrina. Hay un cierto espíritu de construcción dentro del desorden para ofrecer una solución que facilite al hombre ejercer su libertad al magen de las doctrinas burguesas. El surrealismo también se enfrenta a un mundo en crisis, una fractura insondable entre arte y sociedad, pero a diferencia del expresionismo que constata esta fractura, el surrealismo pretende encontrar un punto de conexión entre ambos, tratando de buscar una solución al problema de la libertad. No sólo se trata de protestar como hacía el movimiento Dadà sino establecer una actitud revolucionaria que traiga consigo la libertad del hombre.

Breton, principal ideólogo del surrealismo lo definió como: “Surrealismo es automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral”. (De Micheli, 2002)

Un perro andaluz (Un chien andalou, Luis Buñuel, 1929) recoge fielmente dicha concepción en el encadenado de sus secuencias las cuales aluden a la libertad individual y a la libertad social. Se parte de un automatismo psíquico pero a diferencia del Dadá, no será mecánico, sino que actuará a modo de impulsos, para buscar de forma más efectiva el impacto y/o la sugestión.

Para ello establecen la imagen como un punto de inflexión entre dos realidades distantes en apariencia irreconciliables violando las leyes de orden natural y social. Precisamente con este shock (la famosa escena de la navaja de afeitar), pretenden poder activar los mecanismos de la imaginación imitando la figuración y funcionamiento de los sueños. Ello no implica que se tienda a la abstracción, ya que en cierta manera, la figuración del surrealista siempre tiende a una representación. Algo que puede observarse de forma más fidedigna en la película de Jean Cocteau, La sangre de un poeta (Le Sang d'un poète, 1930). Dicha formulación pretenderá a través de las secuencias ser lo más fiel posible a la transcripción naturalista del sueño ofreciendo “instantáneas de los irracional concreto” como afirmaba Dalí. (De Micheli, 2002).

Dentro de esa lógica Buñuel entenderá el cine y Un perro andaluz lo testimonia como “el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emociones, del instinto” (Sánchez-Biosca, 2004).



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