lunes, marzo 22, 2010

Secret sunshine


Que la actriz principal ganase el premio por su rol en el festival de Cannes 2007, no ha sido suficiente reconocimiento para que en el momento de su estreno en Barcelona no aguantase más de una semana en una única sala. Una lástima. Es en situaciones así, cuando el ejercicio de la crítica cinematográfica se hace más imperioso y necesario.

Si en los años 90 nos llegó a Occidente una oleada de interesante cine nipón y chino, es en esta década cuando Corea del Sur logra penetrar en nuestro terreno a través de los canales de difusión que permiten los festivales internacionales.

Varias figuras de dicho cine que presentan renovadas propuestas al acercamiento de géneros desde una óptica personal y con indeleble sello de cine de autor, han hecho que Occidente decidiese posar su mirada en la producción cinematográfica de Corea del Sur. Kim Ki-Duk, Park Chan-Wook, Kim Ji-Woon o Bong Joon-Ho empiezan a ser nombres no tan extraños para aquellos cinéfilos un tanto gastados por las fórmulas preestablecidas de occidente.

Mientras que los directores citados han logrado agradar y sorprender gratamente con películas excelentes como Memories of murder (Bong Joon-Ho ,2003), Old boy (Park Chan-Wook, 2003), Bin-Jip (Ki- Duk Kim, 2004) o A bittersweet life (Kim Ji-Woon, 2005), el director que nos ocupa, Lee Chang-Dong, estrenaba por primera vez en nuestro país mediante Secret Sunshine.

Este autor que goza de gran prestigio en su país, cesó temporalmente su actividad cinematográfica para ocuparse del Ministerio de Cultura, y volvió al ruedo precisamente con la película que nos ocupa. A menos que uno lea la sinopsis se puede echar a temblar. Y si el avanzado espectador conoce mínimamente la acostumbrada forma de abordar el melodrama por los surcoreanos, es entonces cuando podemos prepararnos como si fuésemos al dentista.

Cojamos la sinopsis: una mujer con su hijo pequeño se marcha al pueblo natal de su marido fallecido para empezar una nueva vida lejos de vínculos familiares. Pero en dicha localidad, no quedará exime de una nueva tragedia que le azotará para acabar cayendo en las manos de un grupo de integrantes religiosos. Ahí es nada.

Recordemos cómo en la comedia surcoreana My sassy girl (Yae-Young Kwak, 2001), el protagonista le quiere hacer entender a su chica, fértil en imaginación y con ganas de escribir un guión, que debe centrarse en el melodrama. Porque, cuando van al cine, les encanta llorar. Y a buena fe, que el protagonista no miente. Porque los melodramas como el presente, desde la nueva ola coreana, suelen ser terriblemente excesivos en su exposición sentimental. Buscan impúdicamente arrancar la lágrima del espectador al precio que sea y activan toda la maquinaria empática necesaria para que el espectador salga profundamente trastocado tras la ficción. Sino me creen, traten de conseguir A moment to remember (2004) de John H. Lee y me lo cuentan.

Ante estos precedentes, un servidor se esperaba lo peor y ya había cogido las suficientes fuerzas para afrontar un drama con tales características. Pero no, respiremos tranquilos. Lee Chan Dong, a través de su personaje femenino, una madre fuerte, autónoma y con determinación, similar (salvando las distancias) al personaje de Angelina Jolie en la película de Clint Eastwood, El intercambio (2008), aborda casi con intenciones etnográficas el comportamiento social de una pequeña localidad en la que se conocen todos. De este conglomerado social, se detiene, en el segundo tramo del film, en una comunidad religiosa.

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