lunes, marzo 21, 2011

The girlfriend experience


En un ya lejano 1989 debutaba Steven Sodebergh con Sexo, mentiras y cintas de vídeo (Sex, lies and videotapes, 1989). Su paso por Sundance y la Palma de Oro en el Festival de Cannes lo lanzó al ruedo cinematográfico de forma estruendosa. Y con él entró a escena, como una reacción en cadena, el ya gastado cine independiente americano. La década de los 90 supuso una hornada de jóvenes directores (Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, David Fincher, Darren Aronovsky, Wes Anderson, etc.), que insuflaron nuevos aires cinematográficos, tras una década anterior enquistada en películas rosas y blockbusters de acción insustanciales.

Veinte películas después, vuelve al sexo, y como en aquella que le dio a conocer, únicamente dialogado. El contexto es la crisis financiera y en un aspecto local, las vísperas de las elecciones presidenciales. Los dardos, porque hay mucho sarcasmo en el film, van dirigidos a la clase alta, a los hombres de finanzas que están sufriendo[1] la crisis económica. Para ello, se sirve de una prostituta de lujo en Manhattan, con toda la carga irónica que ello conlleva. Ya el mismo título nos advierte de la mordacidad sutil pero clara que va a gastarse: la experiencia de novia, para hablarnos de una chica de compañía y su día a día con sus clientes en su entorno. Resuenan ciertos ecos de aquel retrato que Brett Easton Ellis nos hacía de los yuppies de Manhattan en los años 80, a través de su delirante y fascinante novela, American psycho. Las puyas contextualizadas en el momento actual apuntan en la misma dirección, aunque Soderbergh prefiera en este caso, decantarse por la languidez.

Aquí la prostitución está desprovista de connotaciones morales y está enfocada como parábola de la actividad mercantil que reina en la élite neoyorkina. Muchas de las situaciones versan sobre cómo Chelsea (Sasha Grey, ex actriz porno) puede expandir su negocio como profesional en el ejercicio libre. No es casual que su novio sea un preparador físico que también tiene perspectivas de emprender una carrera. Soderbergh muestra cómo el tiempo libre está destinado a cuidar o satisfacer el cuerpo y éste, por tanto, aparece marcado por las leyes que rigen el mercado. El ocio es una transacción comercial más y sus hábitos son los que utiliza Soderbergh para centrar su atención respecto a la crisis financiera y efectuar sorna con ello, de la que no escapa ni la propia protagonista.

The girlfriend experience se construye a base de una letanía de conversaciones fragmentadas y desordenadas que aparentan la fórmula del  falso documental. La cámara, también, en muchos momentos se coloca como si furtivamente captase conversaciones privadas. Por la misma razón, el aparente motor motivador de lo que escuchamos simula ser una entrevista con un periodista al que describe su cotidianidad. 

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