lunes, diciembre 06, 2010

Air doll

En Lars y una chica de verdad (Lars and the real girl, Craig Gillespie, 2007), el protagonista del título del film, para superar una acuciante psicopatología rallando el autismo, encuentra una novia por internet. El pequeño problema es que se trata de una muñeca hinchable, ante los ojos atónitos de su hermano, cuñada y miembros de la pequeña comunidad en la que vive. Con un humor cercano al desplegado en la serie A dos metros bajo tierra[1], se plantea una situación extrema en forma de parábola para establecer una reflexión sobre la soledad existencial y sus efectos desequilibrantes. Air doll también nos presenta un ser que cree encontrar en una muñeca hinchable a la novia ideal, a la que trata y corporeiza como si fuese una persona humana. Pero Kore-eda se centra en el plástico antropomorfo lleno de aire y no en el personaje que suple su soledad mediante los dictados de su imaginación (delirante). Para ello, adapta el manga "La figura neumática de una chica" de Yoshiie Gouda, pero sin alejarse de sus tropos habituales. Las dos películas utilizan el color rosa en sus carteles[2] para dar carta de presentación a estas fábulas amables, en tono dulce y complaciente, que comparten nexo común mediante la figura de una muñeca hinchable como eje del relato, aunque ambas se distancian en sus intenciones.

Kore-eda acota el tono fantástico de su film al hecho de que su ser artificial cobre vida humana. A esa mirada limpia de un ser que descubre el mundo se debe el largometraje[3].  Pero el artificio está naturalizado con la mayor simplicidad del mundo, sin efectismos desproporcionados, mediante una ágil utilización del fuera de campo, el encuadre y el montaje, donde el trucaje remite a un efecto artesanal que resta primacía al efecto especial. Ni morphings ni similares sino sutilidad, delicadeza y colores cálidos que diseñan la construcción visual. Ya que Kore-eda siempre remite a la sencillez de la vida cotidiana, a la pulcritud de los espacios y a la intensidad de la actividad contemplativa (aunque ello parezca una contradicción, en su retórica nunca lo es). Lo fantástico se inserta de forma similar a como ya era utilizado en After life (1999), un purgatorio donde iban los muertos. Allí, las formas del cine documental minimizaban la premisa irreal. Aquí, el ser inorgánico sirve de catalizador para mostrarnos una constelación de soledades humanas.

En su cine, sus personajes sufren por un vacío provocado mayoritariamente por la muerte. Así sucede en Maborosi (1995), en Distance (2001), en Still walking (2008) e incluso en Hana (2006). Todos ellos tratan sin fortuna de conciliar el duelo en sus vidas mediante la búsqueda de una explicación infructuosa que trate de dar sentido a algo que no lo tiene. El suicidio inesperado del primer marido de la protagonista en Maborosi, el abandono irresponsable de la madre en Nadie sabe (2004), los familiares que rememoran cómo sus allegados acabaron en una secta en Distance, etc... En Air Doll, los personajes aparecen expuestos bajo la misma sensación de concavidad existencial pero aquí solo está apuntado, no forma el desarrollo narrativo que sustenta el relato. Ya que Kore-eda perfila las formas leves de una fantasía sublimada.  Así aparece desde Nozomi  (Donna Bae) que le preocupa no tener más que aire en su interior. A ella, el anciano del banco le tranquilizará, haciéndole saber que todos los seres humanos que viven en una ciudad también están igual de huecos que ella.

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