sábado, febrero 16, 2008

Bully



Desde la fecha de estreno de Kids, no había vuelto al cine de Larry Clark, uno de los francotiradores del cine independiente americano más subversivos y sin concesiones alguna a eso que llamamos "buen gusto" en lo que se refiere al retrato de la adolescencia americana. Larry Clark estaría emparentado con Todd Solonz por su forma de explicitar la disfuncionalidad de la sociedad USA y con Gus Van Sant por su obsesión recurrente en el retrato de la apatía, la amoralidad y la desorientación del adolescente actual.
La realidad supera a la ficción, como tantas veces. Y así relatos desopilantes que puedan parecer paridos por la mente más enfermiza, tanto en Gus Van Sant (Elephant) como ahora en Larry Clark, tienen su base real. Otra cosa es la representación y/o simulación del hecho real. En ambos casos la aprehensión de un suceso, es acorde con su escritura cinematográfica. Por lo que debido al grado de abstracción y conceptualización en un caso, y por el grado de causticidad y nihilismo en el otro, casi borran cualquier vestigio de base real. Larry Clark, abandona aquí la emulación de un documental urbano (como ya hizo en la turbulenta y desgarradora Kids) para enfrentarse a una ficción cinematográfica. Bully parece más consistente como film por eso mismo, pero a su vez, se pierde ese anhelo subyacente de parecer una sucesión de instantes robados de la vida real de un grupo de adolescentes.

El film, se centra en un caso de bully (o en la orquestación de una venganza de los más débiles contra el más fuerte), tal como reza el título. Es decir, la humillación, acoso y maltrato psicológico que ejerce un adolescente en otro, con consecuencias fatales. Abandona Nueva York y las localizaciones urbanas para situarse en Florida, en la clase media acomodada. Pero el retrato sociológico acaba siendo el mismo, en este caso sin elementos marginales, ya que proceden de ámbitos bien acomodados. En ambas estampas domina el vacío, el hueco de la existencia.

En este caso, rozan la oligofrenia, pero baraja similares componentes que en su predecesora. Así, nuevamente los vemos jugando con el sexo y con las drogas mostrándose una existencia sin rumbo, sin motivaciones, desjuiciada, desorientada y amoral. Se comenta que es un retrato hedonista, pero Larry Clark no muestra el placer que obtienen con el sexo y las drogas (incluso al contrario, porque se detallan dos escenas de violación, una en fuera de campo y otra explícita), sino que lo muestra como algo inherente en sus vidas. Lo que podría ser en otros adolescentes el deporte o las consolas aquí es el sexo y las drogas.

Para ello, Larry Clark no escatima detalles grotescos y sórdidos. En ese sentido, la primera parte de situación (y la mejor del largometraje), centrada principalmente en Marty Puccio y en Bobby Kent, ya nos dibuja la relación de amistad intoxicada por los sentimientos de inferioridad de ambos (y ambos responden a esos sentimientos de forma opuesta) en lo que vemos una situación clara de sometimiento y de sadomasoquismo. Así, esta relación de amistad, aderezada con una más que evidente homosexualidad latente, perfila sin ningún miramiento el rol de sádico de Bobby Kent (destacar al respecto las escenas de Bobby Kent desnudo mirándose al espejo) y el rol de masoquista de Marty Puccio. Lo que en otras manos más sutiles y más refinadas, podría ser el subtexto de la relación de amistad, en manos de Larry Clark al estilo de Todd Solonz, dicha situación perversa es el sustrato exterior y visible de la relación. Por lo que el espectador no deduce o interpreta signos soterrados, sino que ve.

La aparición de Lisa Connelly en la vida de Marty Puccio, como una Lady Macbeth idiotizada (impagable una de las escenas finales en las que Lisa le pide a su vecina que le acompañe en coche al lugar del crimen) desencadena la tragedia. Así poco a poco se va poblando la pantalla de más personajes del mismo ámbito de Lisa Connelly, la artífice inconsciente y se va fraguando una historia de venganza, en la que la idea del crimen se implanta en el seno de los personajes como un juego más, desprovisto de todo valor ético.

Larry Clark apabulla con crudeza y virulencia, filmando a golpes inestables y erráticos, con lo que la imagen y los movimientos refuerzan la desestabilidad emocional y psíquica de su personajes. Por ejemplo, largos y rápidos travellings circulares mareantes en las escenas en las que se reúnen para planear el crimen, cámara en mano con pulso quiebro en los momentos de tensión, etc...

La película funciona muy bien en su primera mitad, en la descripción de las situaciones (cosidas a bases de elipsis) que van provocando las causas y circunstancias que van conformando el crimen. Una vez que se ha realizado el crimen (reseñable también la gran intensidad y fuerza visual del crimen, destacando ese picado en el que enfoca a una de las chicas temblorosa, temblando en posición fetal en la parte trasera del coche), la película pierde fuelle aunque resulta muy interesante comprobar como estos adolescentes parecen tomar conciencia por primera vez, de que esto no es un juego, saliendo a relucir todos los traumas, inseguridades y desequilibrios emocionales y psíquicos de cada uno de los personajes.
También se puede acusar un mejor manejo cuando se centra en Booby Kent y Martin Puccio (los retratos de ambos están mejor perfilados) y así el resto de personajes aparecen erráticamente trazados y con menor dimensión. Por lo que se pierde la sensación de artefacto compacto.

No obstante, es apreciable por la gran fuerza emocional y visual con la que dota a su relato, por la descarnada y sañuda visión de la adolescencia, por su visión nociva y pesimista de las generaciones del futuro , en la que las breves apariciones de los adultos en el film, vienen a subrayar y a contextualizar ese resuello de víctimas, de prisioneros de unos adultos que no conocen a sus hijos, que están convirtiendo a sus hijos o en sujetos pasivos o en monstruos, sin darse cuenta del alcance. Ya lo dice el tag de la película: ¿Sabes lo que hacen tus hijos a las 4 a.m?

Recomendable a todo aquel que el nihilismo, irreverencia y grafismo amoral exhibido en el film no le vaya a resultar insultante y ofensivo (como así parece provocar en mucha gente que la ha visto). A ese respecto, me hace gracia, el argumento despectivo utilizado y bastante recurrido, tildando a Larry Clark de pornógrafo pederasta por esa explicitud de la que hace gala al reflejar las perversiones asumidas por su personajes como algo sin ninguna connotación moral y/o ética.



Trailer de Kids:


4 comentarios:

Pau Llanes dijo...

me gustaron tus comentarios de películas... te reeleré... gracias... a lo mejor te gusta leer el último texto que puse en miblog sobre el silencio de los corderos... saludos... pau

Pau Llanes dijo...

me llegó a mi correo una notificación de devolución... ¿¿¿????... saludos... Pau

elamantepolar dijo...

Gracias a tí por leerme y sí me ha gustado ese ensayo multidisciplinar y transversal que realizas de El silencio de los corderos.
Me gusta la aproximación que realizas que se sale fuera de los cánones habituales a la hora de comentar largometrajes. Y que sino es el cine que la suma de muchas artes, ¿verdad?
Y respecto a esa notificación que te ha llegado a tu correo, no sé a qué puede deberse...yo solo me acerqué a leer tu entrada, tal como me sugeriste...quizás sea eso...que te avisa que he conectado, no sé.

Chabela dijo...

¡Buena entrada, Manu! Creo que aquí has logrado hacer una invitación a la película completo y equilibrado. TAmbién queda bastante claro el tipo de película del que hablas.
Creo que ambas películas que comentas (que no he visto) no me servirán para cinefórum pero sí para el disfrute personal.
Felicidades por tus comentarios tan iluminadores. (Espero algún día ponerme al día con todas las películas con las que me cargas de deberes ::)))

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