viernes, junio 11, 2010

Adventureland

Esperemos que esta vez los árboles sí dejen ver el bosque. Y aquellos que vieron con miopía, Supersalidos (Superbad, 2007), esta vez sí que sepan apreciar la validez de la nueva propuesta fílmica de un director al que, definitivamente, hay que seguirle la pista.

Lo digo ya. Es un oasis entre tanto cine norteamericano con voluntad epatante ya sea por su ambición artística como por su pretendida espectacularidad.

La hulmidad de Supersalidos vuelve a estar presente en un film que retorna al color pastel de los años ochenta y a los recuerdos (¿autobiográficos?) de adolescencia. Aquí, los fuegos de artificio, vuelven a ser la delicadeza y la humanista descripción de sus personajes, a los que prefiero recordarlos por el nombre de pila que consta en el guión y no por los nombres de los intérpretes. Hasta me he olvidado que Kristen Stewart (Em Lewin) es la inane protagonista de la saga de Crepúsculo (Twilight, Catherine Hardwicke, 2008)

La virginidad como momento de clausura de una época evolutiva vital y como bisagra a una fase adulta. En Supersalidos se articulaba el deseo de los protagonistas para establecer una comedia física que a su vez quería reflejar cómo el amor fraternal entre amigos formaba parte indisoluble de nuestro desarrollo afectivo. La amistad deja paso aquí al primer amor, aquel que se siente como un tren que o lo coges en el momento o nunca más volverá a pasar.

Día de la graduación y un futuro prometedor ante los ojos expectantes de James (Jesse Eisenberg). Pero, hmmm, el renglón empieza torcido ya desde el inicio del film. Un primer plano de James se alterna en contraplano con su novia que le dice que no quiere continuar la relación. Se abre el plano y estamos ante una típica fiesta de adolescentes. Que se opte por empezar con un primer plano de la cara de nuestro protagonista para después abrirnos al entorno más inmediato ya nos sitúa en las intencionalidades del director. No puede existir solución fílmica más certera para expresar lo íntimo y personal que supone la basculación del desarrollo narrativo. Y así haremos el viaje a Adventureland. De James y sus sentimientos hacia fuera y vuelta a él.

El esperado viaje a Europa con su amigo es su plan inmediato, para después del verano estudiar en Nueva York, la arcadia de James. Pero las plegarias no son atendidas y sus padres, por dificultades económicas, le informan, que se olvide de Europa y que si quiere marcharse a Nueva York, tendrá que buscarse un trabajo para poder pagarse sus futuros estudios.

Con nula experiencia laboral acaba aceptado como trabajador en un parque de atracciones demodé, un espacio de ocio, incluso en 1987, ya en vías de extinción. Y así Gregg Mottola da paso a los títulos de crédito para que a partir de aquí, nos situemos en Adventureland.

Chico conoce chica. Chico se enamora de chica. Chico sufre desengaño amoroso como punto de crisis y posterior resolución. ¿Cuántas veces, hemos visto construida esta sencilla estructura a lo largo de nuestro itinerario cinematográfico? Posiblemente muchas veces. Y si hemos visto muchas comedias románticas de los años ochenta más todavía. Y ahí es donde quiero llegar. Si Supersalidos recogía con toda modestia y sin complejos la tradición de comedias tipo La revancha de los novatos (Revenge of the nerds, Jeff Kanew, 1984), Mottola nuevamente sin pudor alguno, recoge la tradición de las comedias románticas simplonas y acarameladas de aquellos años en la línea de las películas de John Hughes tipo Dieciséis velas (Sixteen Candles, 1984) o Admiradora secreta (Secret admirer, David Greenwalt, 1985).

Pero antes de que salgan despavoridos, déjenme decirles que no hay temor para salir huyendo. Aunque solo sea por escuchar el fantástico score del film (con Lou Reed a la cabeza). Porque Mottola lo ha vuelto a conseguir. Desde una franqueza y una arquitrama de confección clásica en la que nuestro protagonista activo se sitúa en un entorno clausurado coherente y casualmente relacionable consigo mismo, logra que nos sintamos fácilmente conectados con las atribulaciones de James.

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2 comentarios:

sé de cine dijo...

Me encantó esta historia de amor ochentosa. Pensé que como el resto de las películas de Mottola - Apatow iba a ser más hilarante pero quedé gratamente sorprendida al encontrarme con una comedia romántica muy creible. Una banda de sonido por la que vale la pena verla varias veces.

elamantepolar dijo...

Cierto, es una película de sonrisa, más que de carcajada. Pero es de una ternura, hay tanta humildad y autenticidad desplegada que es imposible resistirse. Y menudo score, ¿verdad?

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