
La sexualidad femenina desde un punto fisiológico está omnipresente mediante el autoconocimiento y la exploración de un cuerpo que muta y da paso a la construcción de una identidad constituida por el género. Pero, ¿qué sucede cuando esos trazos definitorios no quedan tan claros? Ese es el misterio al que seremos conducidos desde la mirada de Jorgelina. Descubrirse a sí mismo, a través de la experiencia con nuestro propio cuerpo. Así nos damos como seres sexuales y así arranca el film. Porque a ella todo eso no le interesa, más bien le repulsa, aunque no quita que tenga una curiosidad natural por aquello por lo que su físico tendrá que pasar. Su hermana mayor se comporta de forma impertinente desde que es mujer, y a Jorgelina le gustaría demorarlo para no perder la magia de la luz efusiva del verano. Se resiste a perder la felicidad de la niñez a costa de la feminidad. Si bien, ese conocimiento dará paso a otro mucho más importante y que se dará cita cuando Mario entre en la acción.
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